El Gobierno de España ha anunciado que, a partir de 2025, se implementará una subida en el impuesto especial sobre hidrocarburos, equiparando las tasas del diésel con las de la gasolina. Esta medida, conocida popularmente como «impuestazo al diésel«, incrementará el precio del gasóleo en aproximadamente 11,33 céntimos por litro, lo que se traducirá en un aumento de más de 5 euros por cada depósito de 45 litros.
La decisión se ha tomado mediante un real decreto ley, una vía legislativa que permite al Ejecutivo aprobar medidas urgentes sin pasar por el proceso parlamentario ordinario. El objetivo declarado de esta iniciativa es cumplir con los compromisos medioambientales adquiridos con la Unión Europea, incentivando la reducción de emisiones contaminantes al desincentivar el uso de combustibles fósiles más contaminantes.
¿Por qué equiparar los impuestos del diésel y la gasolina?
La equiparación de impuestos entre diésel y gasolina ha sido un tema de debate durante años. Históricamente, el diésel ha disfrutado de una fiscalidad más baja debido a su mayor eficiencia energética y su uso predominante en el transporte de mercancías. Sin embargo, estudios recientes han señalado que las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas finas de los motores diésel tienen un impacto negativo significativo en la calidad del aire y la salud pública.
Con esta medida, España busca alinearse con los objetivos de la Unión Europea, que instan a los Estados miembros a adaptar su fiscalidad para reflejar mejor el impacto ambiental de los combustibles fósiles.
Un cambio «gradual» para facilitar la transición ecológica (fiscal)
La implementación de esta medida en 2025 pretende dar tiempo tanto a los consumidores como a la industria automotriz para adaptarse a la nueva realidad fiscal. Se espera que este incremento en el precio del diésel motive a los conductores a considerar alternativas más limpias, como vehículos eléctricos o híbridos, y fomente el uso del transporte público.
Una subida que sólo agrada al que recauda más
A pesar de sus objetivos medioambientales, la medida ha generado críticas por su impacto económico. Los detractores advierten que el aumento del impuesto al diésel afectará desproporcionadamente a las clases trabajadoras y a las pequeñas empresas que dependen de vehículos diésel. Asimismo, los costos operativos del transporte de mercancías podrían incrementarse, lo que podría repercutir en el precio final de los productos.
Por otro lado, los defensores sostienen que esta medida es un paso necesario para avanzar hacia una economía más sostenible y cumplir con los compromisos del Acuerdo de París. Además, argumentan que la recaudación adicional podría destinarse a financiar infraestructuras para vehículos eléctricos y programas de transición justa.
Impacto directo al bolsillo
Para los conductores, esta subida de impuestos significará un aumento considerable en el coste de llenar el depósito. Por ejemplo, un vehículo con un depósito de 50 litros vería un incremento de aproximadamente 5,67 euros por cada llenado. Este gasto adicional, acumulado a lo largo del año, supondrá un impacto significativo, especialmente para quienes utilizan su vehículo diariamente.